Maldivas


Esta fue la primera vez que dejamos a nuestros hijos y nos fuimos de viaje sin ellos. Estuvimos celebrando diez aƱos de matrimonio, al ser una fecha especial pensamos que serƭa justo tomar unos dias libres despuƩs de ocho aƱos de ser padres a tiempo completo.

El viaje hasta Male (capital de Maldivas) desde nuestro origen duró tan solo cuatro horas que se pasaron muy lentamente pues yo moria de angustia por los niƱos. 
DespuĆ©s de pasar por migraciones fuimos recibidos por un representante de nuestro hotel y nos llevaron hasta otro terminal dentro del aeropuerto donde abordarĆ­amos una avioneta que nos llevarĆ­a a nuestra isla. 
El vuelo duró 45 minutos y la fragilidad del avión me hizo sentir un poco nerviosa, especialmente cada vez que había turbulencia... Me atrevo a decir que fue muy divertido.




Finalmente despuƩs de tanto susto aterrizamos en ese pequeƱo paraƭso llamado Kuredo.
Fuimos recibidos por el administrador del hotel y otros representantes que nos dieron la bienvenida muy amablemente y nos dirigieron hasta la sala de espera del resort.


Durante todo ese camino desde donde aterrizó la avioneta hasta la sala de espera del hotel no pude evitar sonreír. Todo el trayecto estuvimos como un par de niños con ataque de risa pues el lugar era alucinante. Finalmente estÔbamos en uno de esos paraísos sacados de una revista de viajes.

MĆ”s de media hora duró el "check in". Fue todo  un proceso en el cual nos explicaron con mapa en mano sobre las habitaciones, los restaurantes, piscinas, spas, la playa, los corales, donde bucear, donde no bucear, que peces no tocar, lugares de corrientes fuertes, donde quedaban los bares, tiendas, el centro de buceo, el centro de deportes acuĆ”ticos, la cancha de tenis, la cancha de fĆŗtbol, etc. Yo quedĆ© mareada con tanta información.
Finalmente nos llevaron a nuestra habitación y cuando llegamos a la zona donde estaban los las villas sobre el agua no pude contener el asombro. Nuestra villa era perfecta, la vista del mar era maravillosa.
Bajando un par de gradas estaban las sillas para tomar sol con todo el mar y sus corales a nuestros pies.


Nos dijeron que la cena ya estaba lista y como no habƭamos comido nada en todo el dƭa corrimos al restaurante. Cenamos en la playa bajo una palmera a la luz de unas velas. Fue romƔntico. No estaba en este lugar ni una hora y ya me habia olvidado de mis hijos.

Habíamos tomado un paquete con todo incluido, la mejor decisión que hicimos, pues después de una deliciosa cena (buffet) nos pasamos al bar a tomar tragos sin pensar en la cuenta.


Toda la emoción nos quitó el sueño y decidimos dar vueltas por la isla para comenzar a planear todas nuestras actividades de la semana.
Al día siguiente nos levantamos muy temprano. La madrugada era espectacular y desde nuestro balcón vimos la salida del sol.
Fuimos los primeros en el restaurante para tomar el desayuno. Luego corrimos a lanzarnos al mar para bucear en los corales de la isla. Pareciamos un par de niƱos.
Caminando por la playa encontramos un tiburón pequeño, me atreví a poner mi cÔmara debajo del agua y le tome varías fotos. Era increíble ver un tiburón así de cerca.


Buceamos por horas mirando los bellos peces, nadamos hasta encontrar un barco hundido, nadamos con varias tortugas, las observamos hasta cansarnos de ellas, las reemplazamos por una raya enorme que pasaba por allí y la perseguimos hasta perderla y sin tener noción del tiempo salimos del agua para darnos con la sorpresa de que ya era la hora del almuerzo.


Por la tarde caminamos por toda la isla y en cada bar que encontrƔbamos nos sentƔbamos a tomar margaritas.

Los siguientes días nuestra rutina fue casi la misma. Desayunar, bucear, tomar, dormir, almorzar, nadar en la piscina, caminar por la playa, leer un libro, seguir tomando, cenar, caminar, dormir. Puedo asegurar que durante esos días mi resistencia al alcohol se elevó pues sentía que mÔs tomaba trago que agua y estaba en un constante estado de alegría. Que días!


Lamentablemente habíamos reservado lo que para nosotros sería el mejor día en cuestión climÔtica para ir a bucear con las Manta Rayas, una especie que visitaba las islas aledañas a Kuredo en esta época del año. Todos los días revisÔbamos la pizarra del centro de buceo donde decían el número de manta rayas que habían visto durante sus excursiones (que no bajaban de 40) y ponían las fotos del día. Eran alucinantes. Con gran expectativa llegó el dia de nuestra excursion ypara nuestra mala suerte hubo una tormenta. Cancelaron el viaje, pasamos una mañana tranquila en nuestro dormitorio y rogando a los cielos que se despejen para hacer la excursión por la tarde. El clima no mejoró mucho pero nos llevaron a bucear de todas maneras. El mar estuvo muy loco y lamentablemente nos habían juntado con el grupo de la tarde así que éramos muchas personas. Vimos tres mantas rayas pero de muy lejos, igual eran impresionantes pero yo me alucinaba nadando entre ellas y haciéndome selfies mientras ellas abrían sus enormes bocas. A la vuelta vimos muchos delfines. Regresé muy triste pero no podía dejar que nada arruine mi estadía en el paraíso.


Asi se pasaron rapidamente diez dias. Nuestro Ćŗltimo dia decidimos pasar en nuestra habitación explorando el coral que estaba a los pies de nuestra villa. 


Llegó el día de nuestra partida. Después de nuestro último almuerzo y varias margaritas nos despedimos de la isla. Ninguno de los dos queríamos regresar a casa así que tuvimos que concentrarnos y pensar en nuestros hijos y lo mucho que los amÔbamos para poder pararnos de la sillas de sol y dejar las margaritas y el paraiso.


Mientras seguƭamos el mismo camino que dƭas atrƔs habƭamos seguido con tanta alegrƭa nos topamos con nuevas personas que llegaban y tenƭan la misma sonrisa de felicidad en el rostro. Muy tristes nos fuimos de la isla pero felices de haber podido vivir esa experiencia. De vuelta en Male tenƭamos unas cuantas horas extras. Contratamos un guƭa para mostrarnos la capital. Muy pequeƱa, muy descuidada, las calles llenas de motocicletas, muy diferente a los paraƭsos terrenales de la zona. Regresamos al aeropuerto y esperamos por nuestro vuelo de vuelta. Una vez ya en casa Maldivas quedo en nuestras mentes como un sueƱo bello.

    

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